LAS HOCES

Las hoces de Bienservida fueron famosas en toda La Mancha y Andalucía, pues la demanda de estas herramientas provenía tanto de España como del extranjero y no es extraño ya que se fabricaban a mano, a base de fragua y yunque, de una forma tan artesanal como la de los últimos fabricantes: Francisco Muñoz "Atuto" y Pedro Pablo Algaba. Sin embargo con la llegada de las máquinas cosechadoras se dejaron de usar y con ello de fabricar.

 

 

LOS TELARES

También pasaron a la historia después de haber sido en toda la comarca de Alcaraz una de las industrias más fuertes. Cada zona se caracterizó por una forma distinta de trabajar los tejidos. En Bienservida se trabajaron "las traperas o mantas retaleras". Se elaboraban con retales de telas que se hacían tiras y después se cosían con algodón blanco quedando un pieza colorida y sobre todo fuerte. Se utilizaban como mantas para proteger los colchones de los somieres, tapicerías de asientos cortinas, mandiles matanceros e incluso para las caballerías. Una artesanía que termino con el último tejedor "el hermano Juan Mira".

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EL TRILLO

Consiste en un tablón que por uno de sus lados lleva encajados pedazos de pedernal o cuchillas de acero que separan el grano de la paja, labor que se realizaba en las eras. Con la mecanización del campo esto instrumentos como otros muchos han desaparecido o han quedado en el olvido en alguna cámara, al mismo tiempo esta mecanización lleva consigo la desaparición de los animales de carga siendo muy escasos los que quedan en la villa.

LA PIARA DE LA VEZ

En cada casa solían haber uno o varios gorrinos para la matanza que solían llevar a un corral por las mañanas para que "el porquero de la vez" los llevase al campo para que se alimentaran. Luego, al anochecer, volvía con los animales al corral donde los dueños los esperaban para regresarlos a la casa, sin embargo los animales pronto aprendían el camino no necesitando de sus amos para volver al desde el corral a la casa. De esta manera el porquero guardaba los cerdos de casi todo el pueblo siendo pagado por los dueños de los animales. Así ocurría también con otros animales de los cuales se encargaban otras personas

EL GORRINO DE SAN ANTÓN

Cuando se vivía de la tierra y los animales eran parte importante de una casa, suponía una gran pérdida que muriese alguno. Por tanto se hacían ofrecimientos como si a la hora de parir una gorrina no moría ni pasaba nada malo, uno de los gorrinillos recorrería las callas y se rifaría para San Antón. Así se hacía muchas veces y algunos años se juntaban varios gorrinos en la calle, siendo los vecinos del pueblo los que se encargaban de mantenerlos mientras se oían a los críos gritar: ¡Por allí viene el gorrino San Antón!

 

EL ESTARFOLLO

Es otra de las tradiciones que han ido quedándose por el camino. Consistía en dejar limpias las mazorcas de maíz de las hojas que las cubren y se solía realizar en las casa de los dueños del producto , los cuales reunían a los jóvenes para que les ayudasen, estos realizaban el trabajo entre risas y juegos tales como el "pellizco o abrazo", que consistía en pellizcar al compañero cada vez que una mazorca tenía un grano colorado, si la mazorca era totalmente colorada se le daba un abrazo, lo cual servía de algarabía dependiendo de que la persona que estuviera al lado fuese hombre o mujer. Cuando se terminaba el trabajo los jóvenes eran obsequiados con cuerva, garbanzos torraos, dulces, y un baile. Cada día de estarfollo significaba día de convivencia y fiesta

 

LAS MATANZAS

El acto de matar al cerdo también se ha quedado en el camino. El gruñir del cerdo, el olor a chuscarrao, la algarabía que se formaba alrededor del animal de chicos y grandes aún con la nieve hasta el cuello y el amor de grandes "sagatos" transformaban estos momentos en días de convivencia familiar y vecinal. No obstante se siguen haciendo grandes "matanzas sin cerdo", (adquiriendo las carnes en una carnicería) y se siguen juntando las familias para esta, tan suculenta labor, pues los chorizos, morcillas y salchichones caseros de la zona son de alta calidad.

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LOS FANTASMAS

Personajes misteriosos que salían al caer la noche en las calles y el silencio se hacía en las casas. Eran hombres que acudían a las citas de sus amantes y para evitar que los descubriesen o poner en evidencia a sus amantes de disfrazaban poniéndose una rueca sobre la cabeza y desde está una sábana hasta los pies que le hacia aparentar una altura sobrenatural. Al mismo tiempo se acompañaban de un gato que escondían bajo la sábana al cual hacían maullar estrepitosamente cuando alguien se acercaba, asustándolo de esta manera. Se cuenta que una vez tropezó un fantasma con un hombre al que intento asustar con este proceder, pero tan mala suerte tuvo que la victima poco miedo guardaba a los fantasmas, y tuvo que ser el propio "ensabanado" el que tuvo que huir para no huir molido a palos.

 

LAS CENCERRADAS

Como su nombre indica se trata de sonar insistentemente los cencerros provocando un ruido desapacible y que la gete del pueblo dedicaba durante una noche al viudo o viuda que se uniese con otra persona para vivir juntos en pareja.

 

FÁBRICAS

Del mismo modo que algunas tradiciones dejaron de existir "La fábrica de harinas", "La cerámica", "El lavadero municipal", etc. Algunos de estos lugares mantienen total o parcialmente parte de sus estructuras o paredes en pie como aferrándose al pasado. Otros como "Los molinos de trigo" han corrido mejor suerte y han sido o están siendo reformados como casas de veraneo".

 

LA BANDA DE MÚSICA

Una de las mayores bandas de música de la comarca la teníamos en Bienservida. Requeridos en todos los pueblos de alrededor los músicos ponían sus notas de alegría a las fiestas populares, deleitando a grandes y chicos en los pasacalles de gigantes y cabezudos, en las tardes de toros y en los bailes.

Una mañana fría de diciembre me encontraba junto a mi hermano en El Bellotar, pequeña aldea de la serranía albaceteña que queda situada cerca de Villaverde de Guadalimar. Acabábamos de bajar de la Peña del Cambrón, o La Piedra, como la llaman los lugareños, una increíble montaña caliza con curiosos modelados kársticos que presenta cierta similitud con el macizo de las Peñas de San Pedro, donde se puede ver un extraño paisaje en el que la piedra tiene su dominio absoluto.


Después de bajar de esta espectacular montaña que separa las provincias de Jaén y Albacete nos habíamos dirigido hacia esta aldea de El Bellotar, punto de partida de nuestra excursión, y penetramos en uno de sus dos bares. Allí encontramos a un grupo de personas que se protegían del intenso frío de la mañana pegados a una estufa de leña. Al rato de entablar conversación con esas personas empezamos a hablar del Pernales, famoso bandolero andaluz que pasó cerca de esta aldea poco antes de ser abatido por la Guardia Civil en Las Morricas el 31 de agosto de 1907.


-Pobrecico- decía una mujer que allí había -¿por qué lo tuvo que matar la Guardia Civil si no había hecho mal a nadie?Un hombre ya mayor aseguraba que se acordaba todavía de la muerte del bandido, cosa harto difícil por su edad que era de 75 años y Pernales había muerto hacía más de 91 años. Pero sacado de su error nos contó que cuando él era crío se hablaba mucho en Villaverde de éste Robin Hood del siglo XX, más aún teniendo en cuenta que los habitantes de este pueblo serrano no eran bien vistos en la vecina provincia de Jaén, pues allí eran acusados de ser los responsables con su denuncia de su muerte. Pude comprobar al hablar con estos aldeanos que Pernales era todavía una leyenda viva en la Sierra de Alcaraz, un auténtico mito considerado el último bandolero de la sierra, pues si hubo otros bandidos después, ninguno fue tan querido y admirado por las gentes humildes. Y es que el pueblo llano, temeroso durante muchos años de las fuerzas de la autoridad, a quienes consideraba exclusivamente defensoras de los derechos de las gentes pudientes, hacía héroes a aquellos que habían conseguido burlarlas en numerosas ocasiones. Sobre todo si estos bandidos, aún lejos de repartir el dinero que robaban, siempre se mostraban generosos y repartían algunos cigarros e incluso algunos duros con las gentes con quienes se cruzaban, que los consideraba paladines de la lucha por la justicia, vengadores del pueblo, personas a quien admirar, ayudar y apoyar.


Por todo esto decidí investigar un poco más en la vida de Pernales y en el bandolerismo de Andalucía, un fenómeno que no fue exclusivo de esta región española, aunque sí fue en este lugar donde tuvo su máxima expresión por el número de ellos que aparecieron y porque la fama de muchos traspasó más allá de nuestras fronteras.


¿Pero, qué llevó a gentes como Pernales a echarse al monte y ponerse al margen de la ley? La respuesta no es fácil de hallar, pues diferentes autores han tratado de analizarla desde diferentes perspectivas sin llegar a ninguna conclusión común. Habría que remontarse, tal vez, a finales de la Guerra de la Independencia, en la que muchos aventureros y maleantes se habían unido a la guerrilla para luchar contra los franceses.


Al acabar la guerra, acostumbrados como estaban a una vida aventurera y montaraz fue difícil someterse a las reglas de conducta social y a la ley, o posiblemente empujados a un paro forzoso que les conduciría al hambre y la miseria, decidieron hacerse salteadores de caminos, pasando en muy poco tiempo de ser patriotas a ser maleantes. Aunque el comienzo del bandidaje en Andalucía se remonta a los albores de la historia, pues ya Diodoro, historiador griego contemporáneo de Julio César, hablaba en su Biblioteca histórica de grupos de hispanos, especialmente lusitanos, que eran tan pobres que unidos en grandes partidas se dedicaban al robo y al pillaje.

La niñez de Pernales.


En un ambiente desolador de miseria y pobreza, el 23 de julio de 1879 nació Pernales en Estepa, un pueblo de Sevilla situado entre Puente Genil y Osuna, siendo bautizado cuatro días más tarde en la iglesia de Santa María con el nombre de Francisco de Paula José Ríos González.


Con apenas un lustro de existencia del régimen conocido como Restauración, Cánovas del Castillo había impulsado un sistema de turnos de partidos a la manera inglesa, en el que los liberales y conservadores se turnaban en el poder. Bien es verdad que ambos partidos defendían a una sociedad burguesa que se enriquecía con la industria y con los latifundios, mientras la mayoría de la población vivía en el analfabetismo y la miseria.


Este régimen, cuya cima era ocupada por el rey Alfonso XII, llegado del exilio francés en plena guerra carlista, era apoyado por supuesto por la Iglesia y el Ejército, y en él apenas un dos por cien de la población tenía derecho al voto. De todas formas los caciques, por medio del encasillado y el pucherazo, se encargaban de amañar las elecciones y evitar sorpresas desagradables a la oligarquía dominante.


Como la mayoría de los campesinos andaluces Pernales no recibió instrucción alguna en la escuela y a los diez años trabajaba de cabrero con su padre en Calva, aunque dos años más tarde ambos regresaron a Estepa. Allí, cuando no tenían trabajo y el hambre apretaba los estómagos vacíos de la familia, tuvieron que cometer algunos robos en los vecinos campos, lo que les llevó a tener algún encuentro con la Guardia Civil. En alguno de estos encuentros parece ser que el joven Francisco Ríos recibió varios golpes por parte de los guardias que así empezaron a ganarse un feroz enemigo.


Durante estos años de su niñez fue cuando Francisco Ríos aprendió a leer y a escribir malamente. También trabajó un tiempo como cuidador de caballos por lo que parecía que el camino de Pernales se iba a enderezar y no llegaría nunca a ser el famoso bandido. Pero al igual que otros niños andaluces empezaba a soñar con resucitar la vieja estampa del bandolero dueño y señor de los caminos que tenía sometidos a sus prebendas a todos los ricos del lugar.


Estepa había sido cuna de bandoleros famosos como Juan Caballero, el Lero, nacido el 23 de agosto de 1804, cuya vida fue una de las más largas en la historia del bandolerismo, pues murió el 30 de marzo de 1885. Este bandolero auténtica leyenda en su pueblo, fue capturado pero ante la falta de pruebas fue puesto en libertad, viviendo, según cuentan, del producto de sus robos. Publicó unas memorias escritas en mano del escritor José María de Mena, con las que quiso oscurecer un poco la vida de José María el Tempranillo ensalzando la suya.


También había nacido en Estepa, trece años antes que Pernales, Joaquín Camargo Gómez a quien el maestro de Estepa que le enseñó las primeras letras le puso el apodo de Vivillo, al parecer porque era bastante despabilado. Pero aunque el Vivillo fue huésped en numerosas ocasiones de las cárceles andaluzas, igual número de veces tuvo que ser puesto en libertad al no encontrarse pruebas que pudieran condenarlo, aunque él reconoció más tarde, en unas memorias que escribió, que era fundamentada su fama como ladrón.


Incluso fue famoso este Vivillo porque ejerció como picador de toros en las plazas de Linares y Madrid con la cuadrilla de Antonio Moreno, Morenito de Alcalá, aunque tuvo que retirarse al no ser capaz de aguantar las embestidas del público, que no del toro. Joaquín Camargo, a quien se atribuye el dicho de que los alambres acabarían con ellos, murió a los sesenta y cuatro años de edad en Argentina, donde marchó a vivir, víctima de un veneno que se suministró cuando murió su compañera sentimental.


El padre del joven Francisco siguió robando por los campos, y en uno de estos robos fue sorprendido por los miembros de la Benemérita. Uno de los guardias le golpeó en la cabeza y a consecuencia de este golpe poco después moriría, por lo que su hijo Francisco juró vengarse de este benemérito cuerpo.

De nuevo se torció la vida de Pernales y abandonando el trabajo volvió a las correrías y a cometer pequeños robos, incluso ayudó alguna vez a su tío Antonio Ríos el Soniche, posible maestro suyo en el arte del bandolerismo. El 25 de diciembre de 1901 se casó en la iglesia de Santa María de Estepa con María de las Nieves Pilar Caballero, cinco años mayor que él, con la que tuvo dos hijas, aunque años más tarde ésta lo abandonó al parecer por los malos tratos que recibían ella y sus hijas de Pernales.


Inició sus andanzas bandoleriles con Antonio López Martín el Niño de la Gloria y Juan Muñoz el Canuto, a los que se uniría más tarde Antonio Sánchez el Reverte. Comenzaron entonces los asaltos en los cortijos y a exigir dinero a las gentes acaudaladas, incluso tuvieron algunos enfrentamientos a tiros con los miembros de la Benemérita lo que hizo que fuera cogiendo gran fama. Se cuenta también que llegaron a ser apresados por las fuerzas de la autoridad en una ocasión, pero misteriosamente escaparon.


Parece ser que en un principio se le empezó a llamar Pedernales debido a la dureza de sus sentimientos, como así demostró con sus hijas a las que se dice que quemó molestado por su llanto, o violando a una mujer en el cortijo de Cazalla. Igualmente fue implacable matando al dueño del cortijo de Hoyos, cerca de La Roda, que al parecer había intentado envenenarlo junto a su tío el Soniche y otro miembro de la banda. Finalmente este nombre derivó en Pernales que es como se le llamaría desde entonces.


Solían actuar por los campos de Marchena, Puebla de Cazalla, Osuna, La Roda, Santaella, Lucena, Morón, Ecija y todo el valle del río Genil. El diario contacto con gañanes y gente humilde, víctimas de injusticias permanentes, hacía que estas gentes le solicitasen de vez en cuando alguna ayuda a lo que él no rehusaba. Incluso solía repartir algunos cigarros y algún duro entre los campesinos que se cruzaba por los caminos, de donde tal vez le venga la fama de repartir el dinero entre los pobres. A cambio éstos le prometían fidelidad y veían en él un aliado contra los ricos, un defensor de sus derechos, además de saber que si lo traicionaban su venganza sería terrible.


Por otra parte Pernales era un consumado jinete que sabía escapar rápidamente a cuantas emboscadas le tienden a lomos de su caballo Relámpago, que superaba en velocidad a cualquier otro caballo. Sus robos consistían en solicitar a la persona elegida amablemente una cantidad de dinero (generalmente mil pesetas) cantidad que solía entregar, conocedora de su fama y para evitar males mayores. Estos robos fueron en aumento y las autoridades de Madrid empezaron a preocuparse ante sus fechorías, incluso se dice que llegó a asaltar al gobernador de Córdoba al que en persona le solicitó mil pesetas. Solo robaba a quien tenía dinero suficiente, por lo que las personas humildes estaban de su parte; de esta forma en las tierras andaluzas por donde actuaba se sentía seguro y protegido.

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Por esta época se enamoró de una moza de poco más de veinte años llamada Concha Fernández Pino, vecina de un pueblo llamado El Rubio, por la que es correspondido. Pero ante el aumento de guardias civiles en la zona decidió cambiar de ambiente y empezar a operar en la provincia de Málaga. Pronto se uniría a la banda un nuevo miembro llamado Pedro Ceballos a quien apodaban el Pepino, por allá por el mes de mayo de 1907, y más tarde al pasar por una finca del término de Arahal, cerca de Sevilla, un gañán llamado Antonio Jiménez Rodríguez, pero al que todos llamaban el Niño de Arahal.


Sin embargo la buena suerte que habían tenido los bandidos hasta ahora, se quebró el 31 de mayo de 1907 al ser sorprendidos por la Guardia Civil entre los pueblos de Alcolea y Villafranca, en la provincia de Córdoba. En el tiroteo que se produjo fue herido el Niño de la Gloria, que poco después murió, y otro miembro de la pandilla, el Reverte, fue hecho prisionero.


Animados por la captura de un miembro de la banda de Pernales y por la muerte de otro, las autoridades decidieron dar el golpe definitivo para capturar al bandido. De distintos puntos de España llegaron guardias civiles de forma que, unidos a los ya existentes, eran ya varios cientos los que iban tras sus pasos. Pero su movilidad impedía conocer con exactitud donde se encontraba, pues cuando los miembros de la autoridad lo creían en Sevilla, éste aparecía en Córdoba, en Sierra Morena o en la Serranía de Ronda, lugares todos ellos que conocía a la perfección además de sentirse arropado por los campesinos.

Por esta época empezaron a aparecer falsos Pernales que usaban su nombre para asaltar los caminos, incluso se dice que el mismo Pernales fue asaltado por uno de estos bandoleros apócrifos. Sin saber cómo, el bandido perdió su caballo Relámpago y desde entonces se le vería encima de un macho castaño.

El 24 de julio de 1907 Conchilla "la del Pernales" dio a luz una niña, fruto de sus amores con el bandido. Este se reunió con su novia y al parecer le pidió que marchase a Valencia, donde se reunirá con ella más tarde, posiblemente con la idea de partir para América, ya que aquellos aires no eran muy saludables para él. En realidad este sería el último encuentro con su amada.

Aún siguieron un tiempo las correrías del estepeño con su inseparable compañero, el Niño de Arahal. Uno de sus últimos golpes conocidos fue en Mancha Real, aunque se duda que fuera el auténtico Pernales. Pero sus movimientos eran cada vez más reducidos y el encuentro con los guardias iba en aumento. Entonces decidió por fin escapar y reunirse con su querida Conchilla en Valencia; si no lo hacía ahora luego tal vez fuera demasiado tarde pues toda aquella zona era un auténtico hervidero de guardias civiles. El Niño de Arahal no quiso abandonarlo y decidió marcharse con él hasta Valencia.



La muerte de Pernales.


El bejarano Florentino Hernández Girbal nos dice en su libro Bandidos Célebres Españoles, que Pernales y el Niño de Arahal atravesaron entonces parte de la provincia de Jaén y el 29 de agosto se les vio por el Puente de los Aceiteros, a cuatro kilómetros de las Navas de San Juan, al norte de Ubeda. Sin embargo no tiene mucho sentido los lugares por donde cuenta que pasaron después. Lo que sí tiene más sentido y se da como probado es que a las nueve de la mañana del sábado 31 de agosto, el guarda forestal Gregorio Romero Henares, retirado de la Guardia Civil, se encontró con los bandidos en las inmediaciones del puerto del Bellotar, al noroeste de Villaverde.


Por aquí pasaba una vereda, hoy día ya perdida, que por lo alto de la montaña venía de Villarrodrigo, en la provincia de Jaén, y se dirigía hacia Los Picarazos, bajo el pico de La Sarga. Este guarda forestal debió sospechar algo de estos dos hombres que venían tan armados y que, por las ropas que vestían, sabía de otras tierras. Enseguida se dirigió a Villaverde y dio cuenta del encuentro con estos sospechosos al juez municipal, don Miguel Serrano, quien de acuerdo con el alcalde decidió enviar al alguacil Eugenio Rodríguez Campayo para dar aviso al teniente de la Guardia Civil. Este se encontraba en el caserío de El Sequeral, a seis kilómetros al sur de Villaverde, entre la Venta del Tabaquero (cerca de la antigua Resinera de Cotillas) y El Parrizón. El segundo teniente Juan Haro López, jefe de la línea de Alcaraz, cuenta en el informe que realizó al ministro de la Gobernación (lo que hoy sería el ministro del Interior) que informado de la existencia de los dos sospechosos, salió en su busca con el cabo Calixto Villaescusa Hidalgo, el guardia primero Lorenzo Redondo Morcillo, y los guardias segundos Juan Codina Sosa y Andrés Segovia Cuartero. En Villaverde se enteraron que los sospechosos se encontraban en el cortijo del Arroyo del Tejo, donde se detuvieron a comer bajo la sombra de una noguera, aunque sobre esto existen otras versiones.


Después de hablar con varias personas ya mayores que han vivido en el cortijo del Arroyo del Tejo, éstas aseguran que sus padres y otros vecinos que vivían allí cuando murió Pernales les habían contado que los bandidos se detuvieron en realidad a comer en La Casica, un pequeño refugio de pastores que hay más arriba del cortijo anterior.


Por orden del oficial de la Guardia Civil el cabo Villaescusa y el guardia Segovia se dirigieron por el Prado de la Rosinda hasta El Portillo y desde aquí siguieron el camino que se dirige por Las Morricas hacia el arroyo del Mesegar con dos prácticos (paisanos que conocían la zona). Este camino se divide a su vez en otros dos al llegar al citado arroyo: uno va hacia la derecha hasta el cortijo del Mesegar y otro hacia la izquierda a Riópar pasando bajo la falda del Padroncillo. El teniente se dirigió con los guardias Redondo y Codina hacia el cortijo del Arroyo del Tejo con un práctico, pero los bandidos ya se habían ido.

Pernales y el Niño llegaron, según el informe del teniente, hasta 8 pasos de donde estaban apostados el cabo Villaescusa y el guardia Segovia quienes les dieron el alto, a lo que respondieron los bandidos disparando. Este lugar donde murió Pernales es una pequeña elevación de terreno con dos grandes piedras detrás, donde seguramente se ocultaron los guardias. La senda, que todavía hoy se distingue perfectamente, es muy estrecha por lo que Pernales iría delante y detrás el Niño, que así pudo escapar de una nueva descarga, aunque finalmente fue abatido ya que tropezó con el teniente Haro, el guardia Redondo y el guardia Codina, este último al parecer fue quien le alcanzó con un disparo, pues así lo afirmaba el oficial en su informe:


"Al referido Pernales le dispararon a la vez el cabo Villaescusa y el guardia Segovia, aunque quizás un poco antes el guardia, sin que se pueda precisar quien lo mató, pues los dos creen haberlo herido. Al Niño de Arahal, puedo asegurar que, en un disparo hecho por el guardia Codina fue cuando se vio caer al bandido...El que debe ser Pernales, por los documentos que se le han ocupado y coincidir las señas facilitadas por la superioridad, aparenta ser de unos veintiocho años, de 1,49 metros de estatura, ancho de espaldas y pecho, algo rubio, quemado por el sol, con pecas, color pálido, ojos grandes y azules, pestañas despobladas y arqueadas hacia arriba; vestido con pantalón, chaqueta corta y chaleco de pana lisa, color pasa...El que aparenta ser el Niño de Arahal es de unos veintiséis años de edad, de 1,61 metros de estatura, de pocas carnes, pelo rubio, barbilampiño, cara afeitada, viste igual que el anterior..."


Al Pernales se le ocupó, según el informe del teniente Haro, un macho castaño oscuro, una escopeta de dos cañones de fuego central de retroceso, un revólver sistema Smith de seis tiros, un anteojo de larga vista, un reloj sistema Roskof, una cartera de bolsillo con tres billetes de 100 pesetas, una pluma para escribir, una carta con un sobre que se dirigía a Carmen Morales González, calle Alcoba, Estepa, participándole a su madre que tenía un hijo más, firmándola Francisco Ríos y otra carta en un sobre, sin dirección, proponiendo a una tal Mariana que asistiera a una entrevista para llevársela al campo, entre otras cosas.

 

Al Niño de Arahal se le ocupó una yegua castaña clara, un revólver sistema Smith, una navaja de muelles de grandes dimensiones, fabricada en Albacete y una cartera de bolsillo con cuatro billetes de 100 pesetas, entre otras cosas.


Una vez muertos los bandidos fueron llevados por los prácticos hasta Villaverde donde quedaron expuestos toda la tarde en la plaza a la curiosidad pública. Al día siguiente día 1 de septiembre los cadáveres fueron trasladados en un carro a Alcaraz, donde fueron depositados en el antiguo convento de Santo Domingo. Allí se les practicó la autopsia y quedaron a la espera de que llegasen las personas que debían identificarles. Fue numeroso el público que acudió al lugar para ver los cadáveres de los bandidos que estaban expuestos encima de unas mesas.


El ministro de la Gobernación don Juan de la Cierva no lo podía creer cuando le notificaron la noticia, pues las andanzas del Pernales habían constituido para él y para todo el Gobierno una auténtica pesadilla. Las personas designadas para identificar a los bandidos procedentes de Andalucía llegaron a Alcaraz el lunes día 2 a las siete de la tarde. De estas personas, 5 afirmaron que se trataba de Pernales, aunque 2 dijeron no estar seguros pues según decían no tenía el mechón de pelo que llevaba siempre sobre la frente.


La autopsia practicada a los bandidos demostró que Pernales había recibido un disparo en cada ingle rompiéndole la arteria femoral y astillándole el fémur y que el Niño de Arahal había recibido un tiro en el corazón. La muerte de los bandidos se produjo, según esta autopsia entre las dos y las tres de la tarde del citado día 31. La amante de Pernales, Conchilla cuando se enteró de la noticia por los periódicos regresó a su pueblo, El Rubio, donde su hija fue bautizada con el nombre de Juana Isabel Cristina. Más tarde el juez de instrucción de Ecija mandó a once guardias civiles para que fuera detenida no se sabe con qué cargos.

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Después de la muerte de Pernales las gentes del campo andaluz sintieron una rabia enorme por la pérdida de su héroe, aunque muy pronto ésta cambió en alegría pues un pastor de Estepa, que había dudado ante las autoridades cuando fue llamado a identificar el cadáver, afirmaba esta vez ante sus paisanos que ninguno de los muertos de Alcaraz era el famoso bandido. Se llegó a decir incluso que el muerto de la Sierra de Alcaraz era en realidad otra persona, un anónimo malhechor con quien las autoridades ocultaron sus reiterados fracasos en el intento de captura del verdadero bandido. Algunos, con una imaginación más inventiva, dijeron que Pernales había conseguido huir a Méjico donde murió pocos años después de una vulgar pulmonía.

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Todavía existe en Alcaraz una leyenda según la cual el espíritu de Pernales sale de vez en cuando de su tumba para robar a las personas más ricas del pueblo. Así cuando alguien es robado culpan todavía al bandido, que según dicen lleva el producto del robo a alguna persona de humilde condición. Si estas personas acaudaladas no quieren ser víctimas de sus robos, deben subir al cementerio, situado en el viejo castillo, y depositar algunas flores frescas en su tumba, motivo por el que a Pernales nunca le faltan flores.


La tumba de Pernales se encuentra situada en la parte nordeste del cementerio de Alcaraz, arrinconada entre dos paredes de nichos de reciente construcción. Desde allí, desde lo alto del castillo, el más ilustre huésped de todo el campo santo, puede contemplar la sierra albaceteña que hizo famosa con su muerte y los cercanos campos andaluces, en los que todavía resuenan los ecos de esta copla:

"Ya mataron a Pernales
Ladrón de Andalucía
El que a los ricos robaba
Y a los pobres socorría"

 

Los orígenes de Bienservida se remontan a la Prehistoria, muestra de ello es la cantidad de restos arqueológicos encontrados en la zona, sobre todo en los alrededores de Cerro Vico y Turruchel. Restos como herramientas de silex pertenecientes al Paleolítico y hachas llamadas también "piedras de rayo" del Neolítico que se encuentran actualmente en el Museo Arqueológico Provincial de Albacete.

La civilización ibérica destacó con la gran cantidad de resto arqueológicos encontrados, siendo la pieza más relevante "El León de Bienservida".

 

Situado entre el siglo III y IV a de C. está tallado en piedra arenisca, en pie y sobre una base gruesa con las patas juntas carente de cola y con una cabeza redonda con abundante melena. Entre sus patas delanteras cobija una cabeza humana de frente estrecha, nariz ancha, un grueso bigote y una melena tan abundante que se confunde con sus grandes barbas.

Según interpreta T.Chapa siguiendo los estudios de F.Benoit, se considera "El león de Bienservida" reflejo de la corriente funeraria helénica que llega a las costas occidentales donde el animal es protector del difunto y portador de su alma. Otra explicación también de origen oriental es que el animal es el guardián del sepulcro y vigilante del sueño del difunto.

Por su situación fronteriza y como en el resto de España siguieron pasando las civilizaciones que invadían nuestros territorios dejando, cada una, restos de sus culturas. Siendo ejemplo de ello las monedas cartaginesas y romanas que se encontraron por la zona. Además los árabes nos dejaron una torre de vigía la cual se encuentra actualmente muy deteriorada, y que a veces se nombra como "el castillo de Bienservida".

Sin embargo la historia de Bienservida comienza a estar más documentada a partir del año 1213 por referencias ligadas a Alcaraz y su comarca, ya que por este tiempo Bienservida era aldea de Alcaraz.

Entre los años 1400 y 1410 Bienservida es declarada "Villa", sin embargo, no alcanza la total autonomía pues los impuestos todavía los recaudaba Alcaraz.

En el año 1434 Don Rodrigo Manrique, Conde de Paredes, tras importantes victorias contra los moros, consigue Huescar para la Corona. El 20 de diciembre de 1436, Juan II, como recompensa, hace una concesión real a Don Rodrigo:

"Por ende, por la presente vos fago merced por juro de heredat para siempre jamás, de los mis lugares llamados Cenilla, y Matilla y el Pozo, y el Robledillo, y el Balazot, con la justicia y jurisdicción civil y criminal y mero y misto imperio, y penas y caloñas, y ventas, y pechos, y derechos".

Por este tiempo se supone que también Bienservida y Villaverde de Guadalimar pasaron a formar parte del señorío del Conde de Paredes, que más adelante, después de vender parte de sus posesiones, formarían junto a Villapalacios, Riópar y Cotillas. "El Señorío de las Cinco Villas".

"Las Cinco Villas" pertenecieron a los Condes de Paredes hasta la crisis general del siglo XVIII, donde las propiedades y la economía de estos eran tan escasas que, con el consentimiento de la Corona, vendieron "Las Cinco Villas" a El Conde de Navas de Amores.

El 6 de agosto de 1811, con la ley de desamortización de las Cortes de Cádiz desaparecerán los Señoríos.

En el año 1850 Pascual Madoz publica "El Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España" de donde empezamos a conocer más detalles de nuestro pueblo;

"Dentro de él se encuentran varias fuentes de buenas aguas, una ermita (La Natividad de Ntra. Sra.); la deh de la fiesta con 4 cortijos que llevan su nombre, la de Carboneras con los cortijos del puerto y quemado; la de Saornil con los de San Blas, Sandoval, Romero y Garriga; la de Cuarto Nuevo con el titulado Casa del Río, a cuyas inmediaciones hay unos balos en el sitio de Monota, muy eficaces para curar [...] "

"Tiene 190 casas, la del ayuntamiento, cárcel, una torre de vigía, que se dice fue obra de moros; una fuente con pilar en medio de la plaza; una escuela de instrucción primaria concurrida por 50 alumnos. La deh. De Fuencaliente con un colmenar y otros baños que producen bueno efectos en los dolores y reumas, y sobre todo en las clorosis y opilaciones, y en sitio de vega los cortijos llamados Nuevo, Casa de la Morena, Casa del Vínculo, Casa de Campas, y Casa de Albares..."

De la torre mencionada por Pascual Madoz apenas queda en pie un trozo de pared donde se muestran unos huecos parecidos a troneras para arcabuces o lombardas que utilizasen siglos atrás los moros.

Y así llegamos a la historia más reciente manteniéndose nuestra comarca como la zona imprescindible de paso y comunicación entre otras comunidades.

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El visitante dice de Bienservida que sus gentes son acogedoras, que no se siente extraño en esta tierra. Está claro que la tradición histórica queda reflejada en el pensamiento de los habitantes y desde el principio de la historia parece que hemos sabido convivir con quien nos visita.

Situación de Bienservida como parte de la provincia marítima de Segura

A finales de siglo XVIII la sierra de segura vivio una mala situación económica y social. Muchos vecinos contraian importantes deudas, y algunos tuvieron que optar por el contrabando o el latrocinio para subsistir. La principal causa de esto fue una injusta ley que declaraba la zona como provincia Marítima.

La Provincia Marítima, creada a través de la Ordenanza de Montes de 31 de enero de 1748, ha sido estudiada fundamentalmente por Emilio de la Cruz Aguilar y por Jesús Cobo de Guzmán y Lechuga aunque otros investigadores se han acercado a ella como es el caso de José Patricio Merino Navarro La creación de la Provincia Marítima vino a paliar la necesidad de madera por parte de la Armada, sobre todo en un momento en el que los bosques cercanos a los arsenales habían sido intensamente explotados.

Debido a la a su gran extensión estaba organizada en unas subdelegaciones, un ministerio ubicado en Segura de la Sierra y un tribunal con sede en Orcera. Esta estructura, en la que se incluía el establecimiento de jurisdicción propia, se mantendría hasta su eliminación en 1836 con unos efectos bastante más perniciosos de lo que puede parecer a primera vista. Como ha apuntado Emilio de la Cruz, "el establecimiento de la jurisdicción produjo un duro choque con la jurisdicción ordinaria" (Cruz, 1981, pág. 67). No todos los municipios aceptaron de buen grado estas circunstancias dando origen a pleitos y a disposiciones legales con el fin de controlar la situación. Ante esto la respuesta popular fue la de provocar incendios y negarse a acatar estas condiciones a fin de perjudicar a la Marina en todo lo posible, de ahí que en el documento fechado en 1781 se diga: "que por ningún caso se parten ni rumbren a extraños los terrenos que se quemen mal mediante en los montes de la misma provincia". En la misma línea tenemos una intromisión de la villa de Yeste en las competencias del Ministerio de Marina de Segura de la Sierra al arrogarse la capacidad de emitir licencias de corta y en la jurisdicción de Marina .

Idáñez de Aguilar reprodujo un texto en el que podemos ver la protesta al Rey de los vecinos de Bienservida quejándose de la actitud del Ministerio de Marina respecto a sus bosques. En la carta, fechada el 10 de junio de 1780 en ella denuncian al Rey la dificultad que tienen de alimentar sus ganados al ser un año de sequía y la imposibilidad de practicar el ramoneo en los montes al estar prohibido por las Ordenanzas de Marina siendo el resultado la muerte de ganado y la penuria económica de muchas familias. La rigidez que mostró durante su actuación el Ministerio de Marina, explica el descontento de muchas villas y sus moradores. Puede servir de ejemplo un documento donde vemos como se ordena desde el Ministerio el embargo del único bien que poseía Antonio García Soria, una burra, debido a una deuda que tenía con el ministerio. La estructura plurijurisdiccional que se daba en la época, complicaba aun más las cosas, sobre todo en los territorios de Órdenes, donde existía una jurisdicción específica para sus vasallos. Para el caso de la Sierra de Segura, esto entraría en conflicto con el fuero y con las Ordenanzas de 1580 al atribuirse el ministerio competencias que hasta entonces habían estado en manos de las villas y los lugares. Emilio de la Cruz Aguilar, concluye que este proceso supuso una modificación de la forma de vida tradicional y del aprovechamiento de los recursos del bosque que habían venido disfrutando los serranos hasta ese momento y que venia recogido en las citadas Ordenanzas. Por eso es interesante la idea del autor al relacionar estos cambios con la aparición de los incendios forestales como forma de protesta ante la situación que había establecido la Marina.

Junto a estos documentos que muestran los conflictos surgidos entre el ministerio de Marina y los habitantes de la Sierra hemos incluido un documento curioso, sobre cuyo protagonista aparecen varias referencias. Se trata de una carta en la que aparece la fase de pruebas de un nuevo modelo de chalana para el transporte de madera inventada por Timoteo Roch. Este hecho aparece recogido en la obra de Juan de la Cruz Martínez y en el Expediente de Tomás Muñoz (1811) y es recogido a su vez por Emilio de la Cruz, debido a una contradicción entre ambos autores ya que el primero sostiene que la travesía se realiza por el Guadiana Menor y el segundo, que se realiza a través del Guadalquivir.

Agradecimientos:
"DOCUMENTOS INÉDITOS PARA LA HISTORIA DE ORCERA (JAÉN). LA CRISIS DE FINALES DEL SIGLO XVIII Y COMIENZOS DEL XIX " , (publicado en el nº 8 de la revista de cultura andaluza "Alonso Cano")  Escrito por Sergio Rodriguez Tauste